Insomnio por higiene del sueño inadecuada
Está relacionado con actividades que siguen los principios de la vigilia, y por tanto son contrarias a los principios de un sueño organizado, estructurado y reparador.
Estas prácticas tienen una especial repercusión en el sueño cuando se llevan a cabo al final de la tarde o cerca de la hora de acostarse. Algunos ejemplos son: el consumo de ciertas sustancias (chocolate, refrescos de cola, café, alcohol…); la realización de actividad mental, emocional o física intensa; el uso de tecnologías…
Las condiciones ambientales de luz y ruido también deben considerarse como factores de riesgo.
Por último, las siestas frecuentes durante el día, grandes discrepancias en los horarios de descanso entre semana y los fines de semana, y pasar demasiado tiempo en cama, son factores que pueden estar a la base de la dificultad para dormir de nuestros hijos.
Insomnio conductual en la infancia
Una característica de este tipo de insomnio es la incapacidad del niño para conciliar el sueño si está solo, acompañada de ansiedad y de una resistencia a acostarse.
Según la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ICDS-2), se diferencian dos tipos:
Insomnio por asociaciones inapropiadas con el inicio del sueño
Existe una ausencia de “señales” que indican al niño que es el momento de dormir, ya sea al principio de la noche o cuando se despierta después de haber iniciado el sueño. La implicación directa es un retraso significativo del inicio del sueño o su interrupción.
Insomnio por ausencia de límites establecidos
Por parte del niño, hay una resistencia conductual a irse a la cama que se manifiesta en gritos, pelea, llanto y diferentes tipos de demanda (comida, bebida, cuentos…). Mientras que del lado del cuidador, se destaca una dificultad para establecer una conducta adecuada de sueño en el niño.